La tradición de esta tierra de cocina pastoril ha sabido conquistar a los paladares más exigentes convirtiéndose actualmente en emblema de la gastronomía conquense.
Es por esto que encontramos platos sencillos, de marcada tradicion popular no por ello exentos de encato y sabor.
El morteruelo alterna hígado de cerdo y carne de caza. Se rehoga el hígado en aceite y con ajo. Después se pone a cocer con agua y junto con las especias, el pan rallado y las otras carnes si es que se las quiere añadir. Debe cocer mucho para que se pueda deshacer bien. Cuando ya están listas las carnes, se sacan de la cazuela y se desmenuzan en un mortero. Se pone ajo a freír y se echa en ese aceite todo el producto cocido. Se añade pimentón y más especias y se va removiendo con el caldo de la cocción, poquito a poco durante el tiempo necesario para conseguir una pasta. Si se quiere se puede pasar por la batidora. Se puede adornar con picatostes.
Se trata de un aperitivo muy popular que se prepara formando una madeja con las tripas más tiernas del cordero, en torno a dos ramillas de sarmiento. El truco está en limpiar perfectamente la carne. Se cocina en una parrilla a fuego lento sin más añadidos que su propio jugo.
también se conoce como atascaburras, probablemente por tratarse de otra preparación tradicional realmente espesa. Se elabora con patata, bacalao, pan rallado y huevo cocido, que se baten para formar una deliciosa mezcla que tiene un tacto parecido al paté, y que por tanto se puede untar en pan. Importante consumirse a temperatura ambiente.
Su receta y origen árabe llega hasta nuestros días como máximo exponente de la repostería conquense. Se trata de una pasta de miel y almendras que se elabora con pan rallado y se cubre con dos obleas para que adquiera forma de torta.
Para muchos es el origen del turron tradicional
Toda comida en Cuenca debe acabar con este licor de origen musulmán que originalmente sólo se consumía en Semana Santa pero que ahora se encuentra durante todo el año. A base de crema de café, coñac y anís su sabor es algo fuerte aunque también resulta dulzón. Aseguran que tiene virtudes digestivas, de ahí que sea la mejor opción para poner fin a una verdadera comida o cena representativa de la gastronomía de Cuenca.